El ascensor del edificio estaba ocupado, por lo que subí las tres plantas con los tacones en la mano a la velocidad de un rayo con el corazón zapateándome en pecho.
Una
extraña sensación me impulsaba a enfrentarme a las sospechas que pululaban por
mi cabeza cuanto antes,  desde que
André  me informara de que había dado
la orden de que no despertaran a Federico hasta mí llegada a la mansión. Un
presentimiento me incomodaba y acompañaba en la última media hora.
            La puerta de mi apartamento había sido forzada. La cerradura estaba rayada y la
pintura dorada que la interceptada con rayitas grises procedente de un objeto
cortante y consecuencia del mal pulso.
          Temí lo peor, encontrar mi hogar patas arribas al no haber encontrado los
intrusos lo que buscaban, ignorando que ni por un segundo se me había pasado
por la cabeza dejar allí el fruto de mi esfuerzo, pero al abrir la puerta con
cautela, todo estaba en aparente orden, a excepción de la luz, que se la habían
dejado encendida El apartamento se distribuye en dos dormitorios, dos baños,
uno de ellos en el dormitorio principal, la cocina dividida por una barra americana
del salón - comedor al que se accedía directamente desde la puerta de entrada.
Quienes –estaba convencida de que se trataba de dos personas- habían allanado
mi morada, desconocían que el uso de las linternas en un hurto, es más discreto
que encender la luz, por si después de olvidan de apagarla. 
           Atravesé el salón para comprobar si
el resto de las estancias guardaban el mismo orden. En mi dormitorio una de las
puertas correderas del armario empotrado estaba entreabierta. Dentro del
armario parecía como si un gato se hubiera sentado sobre la ropa de las estanterías.
En el otro dormitorio habían mirado debajo de la cama dejando un pico del
edredón encima de una de las esquinas del cabecero.
           Saliendo del baño de invitados me vino ese perfume familiar al que yo misma
había olido por la mañana y que había empezado a detestar hasta parecerme
insufrible.
           Había llegado el momento de visitar a Alex.
          No tardó ni dos segundos en abrirme
la puerta. Al hacerlo el repugnante perfume al que olía Abecedé me
golpeó la cara con el ímpetu de una bofetada rabiosa.
          Alex viajaba dos veces al año a
París para comprar el frasquito de 30 ml, con forma de bola de billar negro, en
una exclusiva perfumería de la rue de
l’Amiral de Colingny, L’artisan, el
único lugar en todo el mundo donde se vendía. Le había acompañado en una
ocasión, mientras Federico estaba en Suiza entrevistándose con los directores
de bancos en los que tenía cuentas abiertas.  Cuando el estirado del
dependiente, que vestía como los mayordomos, me dio a oler una gotita de la
fragancia en el probador de esencias, no dudé en que solo los dioses tenían
derecho a desprender esa mezcla de canela y manzanilla, con unos toques
refrescantes de eucaliptos, que acariciaban el interior de las fosas nasales con
una suavidad inusitada.
            Ya solo me olía a cloaca.
           Pasé sin apenas mirarle abriéndome paso
entre su cuerpo y la jamba.
           -Han
entrado en mi apartamento y se han llevado el huevo. Un contratiempo con el que
no contábamos. En fin, a veces las cosas no salen como nos gustaría. Nuestra
colaboración termina aquí… Y todo lo demás también.
           Hice
ademán de irme con los mismos aires con los que había llegado, pero se
interpuso en mi camino, sin que me diera tiempo a alcanzar la salida.... puedes
rodear el muro, saltarlo, o derribarlo con los puños... Mis puños estaban
preparados para actuar. Alex era un muro poco sólido para la mujer enojada que
tenía delante.
            -¿Robado? ¡No es posible! –los gestos exagerados de sorpresa en su cara y la
forma en que mordía las palabras antes de escupírmelas me revolvieron las
entrañas. Se acarició la barbilla varias veces como quien está admirando una
obra de arte e intenta interpretar su significado a cierta distancia-. Ya veo,
ahora que hemos llegado hasta aquí me quieres hacer a un lado.
            Caminé en torno a él, cuan Tierra
girando alrededor del Sol en medio de un silencio ceremonioso. Aficionada a los
pisotones, en los que me estaba especializando, me acerqué a Alex y dejé que mi
tacón hiciera una hendidura en su zapato de piel. Dio un respingo hacia atrás y
empezó a saltar a la pata coja de un lado para el otro, circunstancia que me
vino de perlas para aproximarme a mi objetivo: la puerta.
           -Tu desconfianza es decepcionante, pero lo creas o no, no hay botín, y quien o
quienes se lo hayan llevado han sido tan torpes que se han dejado la luz
encendida de mi apartamento- solté  una carcajada de diva endiablada-. Debo
volver a casa para preparar la llegada de mi marido… Por cierto, aún no me has
preguntado por Federico, quizás porque ya te han informado de que mañana sale
del hospital y saldrá de esta sin mayores consecuencias. Me consta que
mantienes buenas relaciones con el servicio de la mansión..
            Los saltitos con una pierna sobre la alfombra de lana que ocupaba gran parte
del salón cesaron. Al caminar le costaba apoyar el pie sobre la superficie. Mis
tacones de aguja son infalibles. Seguiré utilizándolos.
           -Necesitábamos que alguien nos cubriera las espaladas si algo salía mal… Marina
te ha allanado el camino para que no encontraras obstáculos en él.
           Me dieron unas inmensas ganas de tirarle el bolso maxi de Vuiton, pero
no lo hice porque hubiera tenido que ir a recogerlo y que su piel lo rozara imprimiéndole
su olor, me asqueaba.
          -Alguien con quien tenías tu propio
plan. Esa muchacha haría cualquier cosa por ti, lo he visto en sus ojos. Te he
olido en su piel.
         -La
seduje para protegerte. Para estar más cerca de nuestros sueños -parpadeó un
par de veces como una vulgar damisela utilizando un tono de voz suplicante a la
vez que iniciaba los movimientos de aproximación.- Solo pensaba en tu
seguridad.
          Me cogió por los brazos y me miró con sus ojos pardos. Eran bonitos. Estaba
cansada, decepcionada y triste.
          -¿De veras?
          Asintió con la cabeza. Su boca rozó mi oreja. Sus manos se volvieron brasas
sobre mis brazos y nuestros vientres se tocaron levemente. La cercanía esa
misma mañana me había alborotado todo el cuerpo y cortado la respiración. Se
servía des influjo que destilaba para anular la voluntad de sus amantes y
someterlas a la suya. Su método captatorio ya no funcionaba conmigo.
           -Este es nuestro sueño y no lo compartiría con nadie más que contigo.
          Levanté la rodilla hasta su entrepierna con las pocas fuerzas que aún me
quedaba después del intenso día que estaba teniendo y me deshice de sus manos.
Se dobló en dos por el dolor con un quejido que no era de placer. Con el Vuiton
le golpeé en la espalda lo que hizo que cayera al suelo como un ovillo de
lana. En cuanto llegara a la mansión tiraría el bolso a la basura.
          -Era tu sueño. Despierta ya.
          Di un sonoro portazo.

 
Es toda una facultad saber encontrar aquello valioso que hay dentro de una persona y sacarlo a la luz. Sí hubieses nacido en otra época hubieses sido una saqueadora de pirámides, aunque creó que igualmente te hubieses dedicado a expoliar lo positivo de cada ser vivo que se cruzase en tu camino.
ResponderEliminarSaludos interesados
Es toda una facultad saber encontrar aquello valioso que hay dentro de una persona y sacarlo a la luz. Sí hubieses nacido en otra época hubieses sido una saqueadora de pirámides, aunque creó que igualmente te hubieses dedicado a expoliar lo positivo de cada ser vivo que se cruzase en tu camino.
ResponderEliminarSaludos interesados
Amigo Uno, en qué épocas tan remotas me sitúa. Consideremos que he sido una exploradora y que de allí donde he estado me he llevado un recuerdo. Es lo más próximo a la realidad.
ResponderEliminarSaludos Sinceros.