domingo, 19 de julio de 2015

27. Confrontación







           El ascensor del edificio estaba ocupado, por lo que subí las tres plantas con los tacones en la mano a la velocidad de un rayo con el corazón zapateándome en pecho.
Una extraña sensación me impulsaba a enfrentarme a las sospechas que pululaban por mi cabeza cuanto antes,  desde que André  me informara de que había dado la orden de que no despertaran a Federico hasta mí llegada a la mansión. Un presentimiento me incomodaba y acompañaba en la última media hora.
            La puerta de mi apartamento había sido forzada. La cerradura estaba rayada y la pintura dorada que la interceptada con rayitas grises procedente de un objeto cortante y consecuencia del mal pulso.
          Temí lo peor, encontrar mi hogar patas arribas al no haber encontrado los intrusos lo que buscaban, ignorando que ni por un segundo se me había pasado por la cabeza dejar allí el fruto de mi esfuerzo, pero al abrir la puerta con cautela, todo estaba en aparente orden, a excepción de la luz, que se la habían dejado encendida El apartamento se distribuye en dos dormitorios, dos baños, uno de ellos en el dormitorio principal, la cocina dividida por una barra americana del salón - comedor al que se accedía directamente desde la puerta de entrada. Quienes –estaba convencida de que se trataba de dos personas- habían allanado mi morada, desconocían que el uso de las linternas en un hurto, es más discreto que encender la luz, por si después de olvidan de apagarla.
           Atravesé el salón para comprobar si el resto de las estancias guardaban el mismo orden. En mi dormitorio una de las puertas correderas del armario empotrado estaba entreabierta. Dentro del armario parecía como si un gato se hubiera sentado sobre la ropa de las estanterías. En el otro dormitorio habían mirado debajo de la cama dejando un pico del edredón encima de una de las esquinas del cabecero.
           Saliendo del baño de invitados me vino ese perfume familiar al que yo misma había olido por la mañana y que había empezado a detestar hasta parecerme insufrible.
           Había llegado el momento de visitar a Alex.

          No tardó ni dos segundos en abrirme la puerta. Al hacerlo el repugnante perfume al que olía Abecedé me golpeó la cara con el ímpetu de una bofetada rabiosa.
          Alex viajaba dos veces al año a París para comprar el frasquito de 30 ml, con forma de bola de billar negro, en una exclusiva perfumería de la rue de l’Amiral de Colingny, L’artisan, el único lugar en todo el mundo donde se vendía. Le había acompañado en una ocasión, mientras Federico estaba en Suiza entrevistándose con los directores de bancos en los que tenía cuentas abiertas.  Cuando el estirado del dependiente, que vestía como los mayordomos, me dio a oler una gotita de la fragancia en el probador de esencias, no dudé en que solo los dioses tenían derecho a desprender esa mezcla de canela y manzanilla, con unos toques refrescantes de eucaliptos, que acariciaban el interior de las fosas nasales con una suavidad inusitada.
            Ya solo me olía a cloaca.
           Pasé sin apenas mirarle abriéndome paso entre su cuerpo y la jamba.
           -Han entrado en mi apartamento y se han llevado el huevo. Un contratiempo con el que no contábamos. En fin, a veces las cosas no salen como nos gustaría. Nuestra colaboración termina aquí… Y todo lo demás también.
           Hice ademán de irme con los mismos aires con los que había llegado, pero se interpuso en mi camino, sin que me diera tiempo a alcanzar la salida.... puedes rodear el muro, saltarlo, o derribarlo con los puños... Mis puños estaban preparados para actuar. Alex era un muro poco sólido para la mujer enojada que tenía delante.
            -¿Robado? ¡No es posible! –los gestos exagerados de sorpresa en su cara y la forma en que mordía las palabras antes de escupírmelas me revolvieron las entrañas. Se acarició la barbilla varias veces como quien está admirando una obra de arte e intenta interpretar su significado a cierta distancia-. Ya veo, ahora que hemos llegado hasta aquí me quieres hacer a un lado.
            Caminé en torno a él, cuan Tierra girando alrededor del Sol en medio de un silencio ceremonioso. Aficionada a los pisotones, en los que me estaba especializando, me acerqué a Alex y dejé que mi tacón hiciera una hendidura en su zapato de piel. Dio un respingo hacia atrás y empezó a saltar a la pata coja de un lado para el otro, circunstancia que me vino de perlas para aproximarme a mi objetivo: la puerta.
           -Tu desconfianza es decepcionante, pero lo creas o no, no hay botín, y quien o quienes se lo hayan llevado han sido tan torpes que se han dejado la luz encendida de mi apartamento- solté  una carcajada de diva endiablada-. Debo volver a casa para preparar la llegada de mi marido… Por cierto, aún no me has preguntado por Federico, quizás porque ya te han informado de que mañana sale del hospital y saldrá de esta sin mayores consecuencias. Me consta que mantienes buenas relaciones con el servicio de la mansión..
            Los saltitos con una pierna sobre la alfombra de lana que ocupaba gran parte del salón cesaron. Al caminar le costaba apoyar el pie sobre la superficie. Mis tacones de aguja son infalibles. Seguiré utilizándolos.
           -Necesitábamos que alguien nos cubriera las espaladas si algo salía mal… Marina te ha allanado el camino para que no encontraras obstáculos en él.
           Me dieron unas inmensas ganas de tirarle el bolso maxi de Vuiton, pero no lo hice porque hubiera tenido que ir a recogerlo y que su piel lo rozara imprimiéndole su olor, me asqueaba.
          -Alguien con quien tenías tu propio plan. Esa muchacha haría cualquier cosa por ti, lo he visto en sus ojos. Te he olido en su piel.
         -La seduje para protegerte. Para estar más cerca de nuestros sueños -parpadeó un par de veces como una vulgar damisela utilizando un tono de voz suplicante a la vez que iniciaba los movimientos de aproximación.- Solo pensaba en tu seguridad.
          Me cogió por los brazos y me miró con sus ojos pardos. Eran bonitos. Estaba cansada, decepcionada y triste.
          -¿De veras?
          Asintió con la cabeza. Su boca rozó mi oreja. Sus manos se volvieron brasas sobre mis brazos y nuestros vientres se tocaron levemente. La cercanía esa misma mañana me había alborotado todo el cuerpo y cortado la respiración. Se servía des influjo que destilaba para anular la voluntad de sus amantes y someterlas a la suya. Su método captatorio ya no funcionaba conmigo.
           -Este es nuestro sueño y no lo compartiría con nadie más que contigo.
          Levanté la rodilla hasta su entrepierna con las pocas fuerzas que aún me quedaba después del intenso día que estaba teniendo y me deshice de sus manos. Se dobló en dos por el dolor con un quejido que no era de placer. Con el Vuiton le golpeé en la espalda lo que hizo que cayera al suelo como un ovillo de lana. En cuanto llegara a la mansión tiraría el bolso a la basura.
          -Era tu sueño. Despierta ya.
          Di un sonoro portazo.

 
 








3 comentarios:

  1. Es toda una facultad saber encontrar aquello valioso que hay dentro de una persona y sacarlo a la luz. Sí hubieses nacido en otra época hubieses sido una saqueadora de pirámides, aunque creó que igualmente te hubieses dedicado a expoliar lo positivo de cada ser vivo que se cruzase en tu camino.

    Saludos interesados

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  2. Es toda una facultad saber encontrar aquello valioso que hay dentro de una persona y sacarlo a la luz. Sí hubieses nacido en otra época hubieses sido una saqueadora de pirámides, aunque creó que igualmente te hubieses dedicado a expoliar lo positivo de cada ser vivo que se cruzase en tu camino.

    Saludos interesados

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  3. Amigo Uno, en qué épocas tan remotas me sitúa. Consideremos que he sido una exploradora y que de allí donde he estado me he llevado un recuerdo. Es lo más próximo a la realidad.

    Saludos Sinceros.

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