sábado, 4 de abril de 2015

13. La biblioteca



           Averigua la combinación de la caja fuerte para acceder al código que desactiva la alarma conectada a la urna.

        En la caja fuerte Federico guardaba documentación referente a sus empresas y las joyas más valiosas que me había regalado.

          La única forma que se me ocurrió de que Federico abriera la caja en mi presencia, era expresarle mi deseo de lucir una de esas joyas y la ocasión tenía que ser una fiesta en casa. Para nuestro aniversario de bodas aún quedaban muchos meses, pero en dos semanas iba a hacer tres años que nos comprometimos y ese sería el motivo del festejo. Celebraríamos el día en que decidimos unir nuestras vidas hasta el final de la suya.



           Se lo propuse desayunando en la galería mientras leía los periódicos que André le dejaba sobre la mesa por las mañanas. La lectura le mantenía distraído, así que no prestaría  atención a lo que le dijera y diría a todo que sí para que no le continuara interrumpiendo. Mi marido me adoraba, pero por encima de esa adoración, estaba la información económica y financiera de periódicos especializados. De ello dependía su fortuna. Mi porvenir.

          -Entonces ¿te parece buena idea que demos una fiesta, querido?

          -Me parece bien todo lo que dispongas, querida –dijo sin apartar la vista del periódico.

         -Quería pedirte otra cosa… He estado pensando que esa noche podría ponerme una de las joyas que me has regalado. La ocasión merece que la anfitriona esté a la altura.

         -Ninguna joya está a la altura de tu belleza – desvió la mirada levemente hacia mí para después volver a la lectura-. El día de la fiesta lucirás la que quieras.

         -Gracias, querido. Tu generosidad es infinita.


          Contraté a un organizador de eventos que siguiendo las pautas que le marqué, se encargó de que yo solo tuviera que preocuparme de descansar todo el día para lucir radiante.

        Dos horas antes de que los invitados empezaran a llegar,  acompañé a mí marido a la biblioteca. Había programado la alarma del móvil que adquirí en una tienda, para que sonara con el mismo tono que las llamadas que recibía habitualmente en mi Smarphone 6 Gold. Sonó mientras Federico se acercaba a la caja fuerte. Lo apagué y fingí estar hablando con una amiga. Federico me daba la espalda mientras tecleaba la combinación de cuatro dígitos sin sospechar que estaba tomando fotos con el móvil. Cuando se abrió la puerta de la caja, comprobé rápidamente la calidad de las instantáneas, aumentándolas de tamaño. La combinación se veía nítidamente en algunas de ellas. Todo estaba saliendo sobre ruedas. Me despedí de mi amiga imaginaria al ver a mi marido poner los estuches sobre el escritorio.

           Me acerqué a él y deslicé la mano por su espalda varias veces.

           -Quiero que seas tú quien elija la joya que luciré esta noche.

           Un collar de brillantes con zafiros a juego con una pulsera y unos pendientes adornaron mi cuerpo aquella velada y como una princesa vestida de seda roja hasta los pies y el cabello dorado recogido en un moño, descendí las escaleras del vestíbulo, donde se servían los canapés, despertando las miradas llenas de deseo de ellos y las de envidia de ellas.

 


3 comentarios:

  1. Veo que el sentimiento maternal no te es ajeno y que con la motivación necesaria serias capaz de formar una gran familia a lo Ruiz Mateos.

    Saludos plateados

    ResponderEliminar
  2. Veo que el sentimiento maternal no te es ajeno y que con la motivación necesaria serias capaz de formar una gran familia a lo Ruiz Mateos.

    Saludos plateados

    ResponderEliminar
  3. Amigo Uno, los estados civiles cambian el concepto que tenemos acerca de algunos asuntos.
    Mi instinto materno despierta ante la existencia de vientres de alquier ajenos.

    Saludos sinceros.

    ResponderEliminar