sábado, 10 de febrero de 2018

79. El espectáculo



 
             “Mi voz corrió por las aldeas cercanas donde vendía los quesos por las mañanas. No hubo vecino que no se enterara de que en la plaza de la fuente, una compañía de varietés haría su función, al acercarse la noche.
             Esa misma tarde muchos curiosos se acercaron a ver como la plaza se iba transformando en un escenario improvisado. Mariano, director de la compañía, agradeció mi ayuda cuando se la ofrecí. Delante de la fuente, enganchamos una lona negra a dos estructuras metálicas desmontables. Varias veces mis ojos se cruzaron con los de Marité, que respondía con una sonrisa, mientras yo agachaba la cabeza ruborizado porque me hubiera pillado mirándola.
            Los vecinos, por iniciativa propia encendieron pequeñas hogueras con troncos delimitados por piedras que formaban círculos para combatir el frío del invierno y entusiasmados sacaron sillas que dispusieron en filas.
             Fue una noche memorable que empezó con Mariano, el maestro de ceremonias, dando la bienvenida a los presentes. Marité animó la velada con “Pichi” y “Los nardos”, que los espectadores acogieron con agrado y palmas. Víctor, que en el escenario se movía como el divo que era en la vida real, emocionó con “Volver” y “El día que me quieras” y al finalizar el espectáculo Mariano, con voz de barítono, impresionó con un tango poco oído en nuestras tierras, mientras Eugenia y Víctor bailaban a su lado, Gira, Gira”.
             Dado tomó un sorbo de su café. Federico cogió otra tostada del plato.
             -No podía apartar la vista de Marité –Un sorbito más corto de café-. Me obnubiló… Bueno, sabes lo que eso.
            Federico sabía perfectamente lo que significaba hacer lo contrario a lo que se quería como si una fuerza misteriosa se lo impusiera. Le pasaba con Lola y con Dado. No tenía claro quién le seducía más.
            “Me quedé a desmontar el escenario deseando que la noche se alargase para no tener que volver a casa aún. Solo hacía unas horas que conocía a La pequeña compañía, pero sentía como uno más de ellos.
             -Cena con nosotros, estás invitado.
            Mariano me dio unas palmaditas en la espalda. Celso me estrechó la mano. Eugenia me sonrió. Víctor me miró con la altivez con que miraba a todo el mundo y Marité… Marité me cogió del brazo para que les acompañara al bar, donde Rosario había preparado tortilla de patatas y pescado a la plancha con tomate frito. Esa misma noche, compartiendo historias y risas, me enrolé en la mayor aventura de mi vida”.


 

2 comentarios:

  1. Pueden denominarlo amistad, amor, atracción, su nombre es lealtad hacia uno mismo. Los sentimientos puros no pueden nacer de otro lugar que sea la honestidad.

    Un abrazo fuerte.

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  2. Acertado pensamiento. Tu coherencia me abruma y temo no estar a la altura, aunque esto no me preocupa, pues cuento con tu generosidad.

    Dos abrazos, querida.

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