sábado, 22 de diciembre de 2018

92. Cerrando puertas



          Alex me llamó a los días de la reunión en la mansión. Dudé varios segundos antes de contestar, los que tardé en comprender que debía zanjar todos los asuntos que me ataran al pasado y Alex era uno de ellos.
         -Menudo espectáculo el que montaste ayer –carcajada socarrona. Pensar que Alex en otros tiempos me atraía me producía arcadas-. El integral fue apoteósico.
         -Supongo que el motivo de tu llamada es otro. No perdamos el tiempo y suéltalo ya. Tengo cosas que hacer.
         -Quería saber cómo estabas.
         -Preferiría que no me mintieras pero como no puedo elegir y no me apetece alargar este intercambio de absurdos, puedes estar tranquilo. Asumo toda la responsabilidad de lo que hicimos. Sigue con tu vida como si no fueras instigador de un delito.
         -Veámonos en tu apartamento y hablemos… Hay cosas que quiero explicarte…
            Destalles como que mientras me jugaba el tipo para mejorar el futuro de ambos, él se aseguraba el suyo liándose con una policía infiltrada en la mansión como sirvienta, que Federico me había puesto para que controlase mis pasos, auspiciado por Gonzalo, que tras nuestro encuentro en una cafetería a petición mía, dedujo que estaba tramando algo que no beneficiaría a nadie, mucho menos al propio Federico. Alex no contaba con que Marina fuera una policía encubierta y ni Federico con que se enamorase de Alex.
              Su tono suplicante era el preludio de que utilizaría cualquier táctica para llevarme a su terreno, inútilmente, por otra parte. Las arenas movedizas quedaron atrás. Solo pisaba tierra firme.
             -Adiós, Alex.
            Colgué.
            Mi ex amante no sabría que era nieto de mi marido.
 

 

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