domingo, 26 de febrero de 2017

59. El relato


 
          -Me cité con Gonzalo –mi ex marido mostró interés por primera vez desde su llegada al oír mencionar su nombre- para que me asesorara sobre las consecuencias penales que podían tener mis actos si algo de lo planeado con Alex salía mal –todos depositaron sus ojos sobre el citado, cuya nuez creció con el paso de la saliva por el cuello.-  Le hablé de un caso hipotético sin entrar en detalles, pero Gonzalo, sospechó que algo se estaba tramando y advirtió a Federico de que se mantuviera alerta.
 Deambulaba intencionadamente por la sala en silencio creando un ambiente tenso entre los asistentes a la representación teatral. La noche anterior había imaginado que con el avance del relato, el nerviosismo crecería entre los participantes a la pantomima, pero estaba muy lejos de saborear lo placentero que estaba siendo oler su incertidumbre y temor.
 -Federico tomó cartas en el asunto, como no podía ser de otra manera –le guiñe un ojo en señal de aprobación -. Sus buenas relaciones con altos cargos en los cuerpos de seguridad del Estado me procuraron una sombra que controlaba cada uno de mis pasos, fuera y dentro de la mansión. Marina –la susodicha se sobresaltó cuando me acerqué a su oído por la espalda para pronunciar su nombre, agolpándosele toda la sangre en la cara; a su cómplice la partes impúdicas se le pusieron a la altura de la garganta haciendo la presión suficiente para que el aire no le llegara a los pulmones –, fue una lapa eficiente hasta que Alex la sedujo.
            Podría decirse que la mirada exterminadora que Alex le lanzó a Marina estaba cargada de asombro, decepción y desprecio, en este orden, y con la que ella le correspondió de resignación y arrepentimiento absoluto. Ese hombre que creía que su socarronería y destreza mental le situaba a un nivel por encima de los demás estaba dándose cuenta de que la mujer en quien había puesto sus expectativas, le había traicionado, no solo ocultándole su identidad real: agente de policía infiltrado en misión especial, sino al sonsacándole información sobre el delito que íbamos a cometer.
Marina frecuentó los mismos lugares a los que iba Alex hasta que una noche, en un bar, consiguió que le invitara a una copa y le contó que era asistente en la mansión de una familia adinerada. Al conocer el apellido de la familia a la que se refería, decidió seducirla para allanarse el camino hacia el Fabergé
Durante medio segundo ambos me dieron pena.
Conocía muy bien lo que significaba sentirse engañada e intentar enmendar errores para ser perdonada, pero a final de cuentas, tenían lo que merecían del mismo modo que yo tenía mi parte.
La función debía continuar.

2 comentarios:

  1. Lo tiene todo el Etiénne ese. Atractivo, guapetón, sabe cocinar, no es gay y se le adivina a soltero...
    Los imposibles así que aparece en la vida no lo hacen por casualidad... algo querrá.

    Saludos sospechosos

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  2. Amigo Uno:

    Todos actuamos por interés, aunque le cueste creerlo. No podemos atribuir a Etiénne un interés malo.

    Saludos sinceros.

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