-Me cité con Gonzalo –mi ex marido mostró
interés por primera vez desde su llegada al oír mencionar su nombre- para que
me asesorara sobre las consecuencias penales que podían tener mis actos si algo
de lo planeado con Alex salía mal –todos depositaron sus ojos sobre el citado,
cuya nuez creció con el paso de la saliva por el cuello.- Le hablé de un caso hipotético sin entrar en
detalles, pero Gonzalo, sospechó que algo se estaba tramando y advirtió a
Federico de que se mantuviera alerta.
Deambulaba intencionadamente por la sala en
silencio creando un ambiente tenso entre los asistentes a la representación
teatral. La noche anterior había imaginado que con el avance del relato, el
nerviosismo crecería entre los participantes a la pantomima, pero estaba muy
lejos de saborear lo placentero que estaba siendo oler su incertidumbre y
temor.
-Federico tomó cartas en el asunto,
como no podía ser de otra manera –le guiñe un ojo en señal de aprobación -. Sus
buenas relaciones con altos cargos en los cuerpos de seguridad del Estado me
procuraron una sombra que controlaba cada uno de mis pasos, fuera y dentro de
la mansión. Marina –la susodicha se sobresaltó cuando me acerqué a su oído por
la espalda para pronunciar su nombre, agolpándosele toda la sangre en la cara;
a su cómplice la partes impúdicas se le pusieron a la altura de la garganta
haciendo la presión suficiente para que el aire no le llegara a los pulmones –,
fue una lapa eficiente hasta que Alex la sedujo.
Podría decirse que la mirada exterminadora que
Alex le lanzó a Marina estaba cargada de asombro, decepción y desprecio, en
este orden, y con la que ella le correspondió de resignación y arrepentimiento
absoluto. Ese hombre que creía que su socarronería y destreza mental le situaba
a un nivel por encima de los demás estaba dándose cuenta de que la mujer en
quien había puesto sus expectativas, le había traicionado, no solo ocultándole
su identidad real: agente de policía infiltrado en misión especial, sino al sonsacándole
información sobre el delito que íbamos a cometer.
Marina frecuentó los mismos lugares a los que
iba Alex hasta que una noche, en un bar, consiguió que le invitara a una copa y
le contó que era asistente en la mansión de una familia adinerada. Al conocer
el apellido de la familia a la que se refería, decidió seducirla para allanarse
el camino hacia el Fabergé
Durante medio segundo ambos me dieron pena.
Conocía muy bien lo que significaba sentirse
engañada e intentar enmendar errores para ser perdonada, pero a final de
cuentas, tenían lo que merecían del mismo modo que yo tenía mi parte.
La función debía continuar.
Lo tiene todo el Etiénne ese. Atractivo, guapetón, sabe cocinar, no es gay y se le adivina a soltero...
ResponderEliminarLos imposibles así que aparece en la vida no lo hacen por casualidad... algo querrá.
Saludos sospechosos
Amigo Uno:
ResponderEliminarTodos actuamos por interés, aunque le cueste creerlo. No podemos atribuir a Etiénne un interés malo.
Saludos sinceros.